Monthly Archive junio 2018

Porfluciamartinez

Probióticos y prebióticos

Tanto los prebióticos como los probióticos proporcionan beneficios en nuestra salud. Pueden tomarse por separado, pero juntos pueden ser más efectivos. Cada vez más, médicos y pediatras los recetan en caso de toma de antibióticos o cuadros de diarrea.

Un estudio coliderado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) reveló que los antibióticos producen cambios en los patrones microbianos y metabólicos del intestino. Los investigadores analizaron por primera vez las bacterias, genes, enzimas y moléculas que forman la microbiota intestinal de pacientes tratados con antibióticos.

El intestino está poblado por un trillón de bacterias, que se conocen en su conjunto como microbiota o flora intestinal, y que han coevolucionado en simbiosis con el ser humano. Según este trabajo, el tratamiento con antibióticos puede alterar esta simbiosis desde etapas tempranas de la terapia.

Asimismo, el citado estudio sugiere que la microbiota intestinal presenta una menor capacidad para asimilar hierro y digerir ciertos alimentos, así como de producir moléculas esenciales para el organismo.

Así pues, el uso combinado de prebióticos y probióticos es una buena solución, sin efectos secundarios, para mejorar el funcionamiento intestinal y por tanto mejorar la salud. Se recetan cada vez más, por tanto, cuando hay un tratamiento antibiótico. Por otro lado, la unión de probióticos y prebióticos puede fortalecer el sistema inmune, con su acción sobre múltiples enfermedades, y tratar asimismo la diarrea crónica.

Pero ¿qué son los probióticos y los prebióticos?

Según la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos, hay una serie de definiciones de consenso de estos dos conceptos. Así, los probióticos se definen como microorganismos vivos que, cuando se administran en cantidades adecuadas, confieren un beneficio de salud del hospedador. Esto está supeditado a que para que un microorganismo sea calificado de probiótico es imprescindible demostrar científicamente que produce efectos beneficiosos en la salud del hospedador y que estos efectos beneficiosos deben demostrarse mediante estudios realizados en población humana con metodología científica adecuada.

También es importante destacar que una cepa microbiana con categoría de probiótico por haber demostrado eficacia en una indicación concreta (por ejemplo, prevención de diarrea) no es necesariamente válida para otras indicaciones (por ejemplo, prevención de alergia). Así, las cepas con categoría de probiótico, dependiendo de sus características, pueden ser eficaces sobre una patología determinada u otra. Es el caso de Lactobacillus rhamnosus GG, cuya utilidad se ha demostrado en múltiples estudios para el tratamiento de la gastroenteritis pediátrica y diarreas asociadas a tratamiento con antibióticos. Sin embargo, no hay recomendaciones para el uso de esta cepa en otras situaciones como prevención de las infecciones genitourinarias. Los estudios aleatorizados de intervención con L. rhamnosus GG y controlados con placebo, realizados para contrastar la capacidad preventiva sobre el desarrollo de eczema y sensibilización atópica en niños con riesgo, han dado lugar a resultados contradictorios en cuanto a la prevención de eczema, en general, y negativos en cuanto a la prevención de eczema con sensibilización atópica, en particular.

Por otro lado, los prebióticos se definen como ingredientes alimentarios que al ser fermentados selectivamente producen cambios específicos en la composición y/o actividad de la microbiota gastrointestinal confiriendo beneficios en la salud del individuo.

Efectos beneficiosos de los prebióticos

Algunos estudios sugieren que los prebióticos pueden ejercer efectos fisiológicos beneficiosos para la salud y el bienestar del hospedador en relación fundamentalmente con su capacidad de modular la microbiota intestinal. Entre los efectos producidos en el colon cabe mencionar que los prebióticos estimulan el crecimiento de bacterias fermentativas (bifidobacterias y lactobacilos) con efectos beneficiosos para la salud. Generan SCFA que producen un descenso del pH controlando el desarrollo de ciertas comunidades de la microbiota que puede tener efectos perjudiciales.

Existen datos que apoyan el hecho de que la ingesta de prebióticos podría reducir el riesgo de padecer ciertas enfermedades como el síndrome de colon irritable, enfermedad inflamatoria intestinal y de enfermedades inflamatorias crónicas como la colitis ulcerosa, la enfermedad de Crohn y la pouchitis. Además, estudios recientes han descrito diferencias en la composición de la microbiota intestinal entre pacientes con síntomas digestivos funcionales y sujetos sanos, si bien los resultados no son totalmente concordantes. Por tanto, son necesarios más estudios para determinar el papel de los prebióticos en la fisiopatología y tratamiento de la patología intestinal crónica.

Los prebióticos pueden tener también un efecto protector frente a infecciones intestinales, diarreas del viajero o producidas por tratamiento con antibióticos, probablemente debido a las propiedades antiadherentes que presentan. Por otra parte, también se ha observado que los carbohidratos prebióticos favorecen la absorción de minerales (calcio, magnesio, zinc y hierro), reducen la presión arterial, y los niveles de glucosa, colesterol, triglicéridos y fosfolípidos en sangre, así como la síntesis de triglicéridos y ácidos grasos en el hígado previniendo, de este modo, el riesgo de padecer diabetes, obesidad y de desarrollar ateroesclerosis. Además, los prebióticos y concretamente la lactulosa, también se utilizan en el tratamiento de la encefalopatía portal sistémica, enfermedad que afecta al sistema nervioso central por la elevación del contenido de amonio en sangre. Los prebióticos restablecen la microbiota beneficiosa y frenan el crecimiento de bacterias productoras de amonio.

Aunque se han demostrado un gran número de efectos beneficiosos de los prebióticos, hay que tener en cuenta un factor muy importante para evitar efectos adversos, esto es, establecer la ingesta adecuada de estos carbohidratos, ya que, si esta es excesiva, podría provocar molestias intestinales, diarrea y flatulencia. Por otra parte, también habría que tener en cuenta la microbiota de cada individuo.

Para mayor información y resolver todas las dudas que tengas al respecto, no dudes en hablar con tu farmacéutico, que te asesorará sobre la ingesta de prebióticos, probióticos o ambos a la vez. Si tu caso requiere un estudio más personalizado, el farmacéutico te derivará a tu médico de atención primaria para que evalúe que tipo de tratamiento de prebióticos o probióticos puede ser el más efectivo para tus necesidades.

Fuente: Micof – Pixabay

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La importancia de la alimentación en primavera

La primavera ofrece una gran variedad de frutas y verduras de temporada con las que elaborar comidas más sabrosas que mantengan sus características nutricionales y organolépticas.

La primavera está dando sus últimos pasos, pero aún podemos disfrutar de los alimentos que nos ofrece esta estación. En concreto, los especialistas recomiendan tomar alimentos de temporada, porque además de ser más sabrosos, conservan sus propiedades nutritivas y cubren las necesidades nutricionales de esta época del año.

La estación en la que la luz y el calor comienzan a tomar fuerza es el momento en que verduras, frutas y legumbres están en su mejor momento. Es la estación de las frutas de color rojo: fresas, fresones y frambuesas, y frutas ricas en vitamina C con un alto contenido en agua y en fibra. Es importante tener en cuenta que, en el momento de la compra, cuanto más rojas, mejor, y es muy importante que sean de proximidad.

También están las frutas amarillas o anaranjadas como los nísperos, los albaricoques, las nectarinas… Son ricas en carotenos, precursor de la vitamina A. Tienen propiedades antioxidantes y protegen nuestra piel de los efectos de los rayos solares. Es importante aprovechar cuando está la temporada de estas frutas porque son deliciosas y duran muy poco.

En cuanto a las verduras, la primavera es época de ajos, cebollas tiernas y espárragos, producto estrella de la primavera. Son verduras que contienen mucha fibra y pocas calorías, y son muy apreciadas en la cocina porque se pueden preparar de muchas maneras y en multitud de recetas como, por ejemplo, revueltos con huevo, platos de pasta, arroz, patatas, carnes, guisos, y maridan muy bien prácticamente con cualquier preparación culinaria.

Tampoco hay que olvidar las legumbres de primavera, como los guisantes y las habas. En primavera es cuando las podemos consumir frescas y con todas sus propiedades gustativas y nutricionales. Es importante recordar que los expertos recomiendan consumir legumbres, como mínimo, tres veces por semana, ya que, al ser ricas en proteínas, pueden ser un buen sustituto de las proteínas animales. Además, tienen la ventaja con respecto a estas que, al tratarse de productos vegetales, no contienen colesterol y, además, son una buena fuente de fibra alimentaria.

¿Hay alimentos que no deban comerse en primavera?

No hay alimentos específicos que no se puedan consumir en primavera, pero es cierto que hay que priorizar los de temporada, como se ha comentado, y las preparaciones siempre frescas y coloridas.

Las ensaladas no solo son preparaciones para el verano: podemos hacer ensaladas con verduras y hortalizas, con frutas, incluso con patatas, con legumbres, con pasta, con arroz… En cualquier época del año. Con alimentos de temporada y que pueden ser un plato único, completo y nutritivo.

Consejos nutricionales para retomar la práctica del deporte en primavera

En periodos de competición siempre hay que tener presente que las necesidades de agua, energía y nutrientes se incrementan durante la práctica de actividad física, por lo que debemos asegurar que se cubren adecuadamente con la ingesta tanto de alimentos como de bebidas antes, durante y al finalizar la actividad.

Los alimentos ricos en hidratos de carbono complejos, como por ejemplo el pan, pasta, arroz, patatas, entre otros, deben ser la base de la dieta, y especialmente en los periodos de entrenamiento, con el fin de facilitar la carga máxima de glucógeno que fisiológicamente alcanza el deportista.

Los azúcares simples procederán siempre de las frutas frescas y desecadas y también de los lácteos. Un bajo aporte de hidratos de carbono complejos puede aumentar el riesgo de sufrir lesiones y de bajar el rendimiento.

Respecto a las proteínas, la ingesta de alimentos proteicos debe ser a base de legumbres, aves, carnes blancas muy magras, huevos, pescados y frutos secos. Y las grasas, a partir de aceite de oliva virgen extra, principalmente, así como de frutos secos, del aguacate y los pescados azules ricos en omega 3. Las frutas y hortalizas tienen un papel muy relevante en la alimentación de todas las personas y especialmente aquellas que practican algún deporte, porque aportan agua, vitaminas, minerales claves para el músculo y la hidratación, fibra, compuestos antioxidantes y azúcares de metabolización más rápida. Todos ellos, compuestos que participan en el sistema inmune y en el metabolismo.

También es recomendable beber cada quince o veinte minutos, aproximadamente, incluso sin tener sed, tanto antes como durante y después de las pruebas de larga duración, y en pequeñas cantidades, a una temperatura agradable que debe de rondar entre los 15-20 grados centígrados.

El té, otras infusiones, bebidas vegetales, caldos, o bebidas isotónicas y especiales para deportistas también pueden ser opcionales.

Fuente: Micof – Pixabay